Pastillas de freno. ¡Bendito seas Ferodo!
Uno de los puntos donde empezar a mejorar los frenos son las pastillas. A pesar de que las podemos encontrar de todos los tipos y tamaños, siempre tendremos unas específicas para nuestro coche o para el tipo de pinza que hayamos instalado. Por norma, lo que hace diferentes unas de otras es la composición de la superficie que está en contacto con el disco.
Los fabricantes suelen utilizar diferentes compuestos que contienen de todo, desde materiales semi-metalicos o cerámicos hasta componentes orgánicos. Todos ellos aportan unas características y modifican las temperaturas de funcionamiento o la durabilidad.
Si nos fijamos en los extremos, generalmente unas pastillas con compuestos más blandos serán las adecuadas para conducir en circuito, pero se gastaran muy rápido. En cambio, con unos compuestos más duros, tendremos una durabilidad mucho mayor, pero a temperaturas de trabajo altas los frenos no serán efectivos. Es decir, hay que encontrar el equilibrio a la hora de decidir qué es lo que queremos y que uso le vamos a dar al coche.
Antes de seguir, vale la pena recordar, que unas pastillas “extra” blandas o de competición, solo funcionan cuando están calientes y no son recomendables para una conducción normal por carretera, salvo que todos los kilómetros que hagas en tu coche sean en modo touge…
Discos de freno. ¡Al rojo vivo!
Ya hemos dicho antes que para mejorar los frenos, montar unos discos más grandes es una buena opción, pero lo que también es muy importante es el tipo de superficie de frenado. Todos los discos de freno, sea cual sea su tamaño, están tratados de diferentes maneras para mejorar su funcionamiento.
Rayados
Estos discos tienen una serie de ranuras mecanizadas en la superficie de contacto para poder eliminar los restos que se acumulan en las frenadas a altas temperaturas. Esto aumenta la “mordida” de las pastillas y también proporciona unos canales para ventilar los gases producidos entre el disco y la pastilla y evitar que aparezca el famoso efecto fading.
Perforados y semi-perforados
Los discos perforados se instalan cada vez más a menudo. La idea es que los gases producidos en la frenada se “cuelen” por esos orificios y vayan a parar a la ventilación interior del disco para ser evacuados. Mucha gente dice que este tipo de discos son mucho más propensos a la rotura que los rayados. Aunque tener en cuenta que llevan utilizándose en la competición desde los años 60, así que, la fórmula no será tan mala.
Para evitar ese pequeño problema, existen los discos llamados semi-perforados, es decir, solo tienen una especie de “hoyo” en la superficie que ayuda a que los gases se alojen ahí mientras la pastilla de freno esta encima, para luego liberarlos una vez dejan de estar en contacto con ella.
Semi-perforados y rayados
Se trata de la combinación de los dos tipos, y recoge las ventajas de los tres sistemas. Son los más caros, pero su aspecto es impresionante y funcionan realmente bien.
Latiguillos de freno. Buenos, bonitos y baratos
Son los encargados de llevar el líquido de freno hasta la pinza y por lo general suelen ser de un material plástico resistente. Desgraciadamente, con el tiempo este material se desgasta y puede que se deforme cuando lo sometemos a una presión de frenado muy alta.
Este problema es fácilmente subsanable si queremos mejorar los frenos, ya que instalando unos latiguillos de acero trenzado lo solucionaremos. Estos resisten presiones más altas y hacen que desaparezca ese tacto esponjoso. Hay un montón de kits en el mercado e infinidad de marcas que los fabrican y su coste no es elevado teniendo en cuenta que es una modificación digna de un coche de competición.
Líquido de frenos
Muchas veces se trata de uno de los elementos que se pasan por alto a la hora de mejorar los frenos, pero es fácilmente una de las partes más importantes. De hecho, seguir las indicaciones del fabricante en cuanto a la periodicidad del cambio es algo vital. Esto se debe a que se trata de un líquido higroscópico, es decir, absorbe la humedad de la atmósfera y eso disminuye su punto de ebullición eficaz. Para un rendimiento óptimo, el líquido de frenos necesita un punto de ebullición muy alto, porque todo el calor de otros componentes del sistema se transfiere a través de él.
Existen muchos fluidos en el mercado. El más utilizado y habitual es el DOT4. Pero en este apartado la regla es fácil, cuanto mayor sea el número que acompaña al DOT, mayor será el punto de ebullición y más resistente será al calor provocado por las frenadas.
A groso modo, estas son las posibilidades a la hora de mejorar los frenos y como siempre, por normal general, cuanto más invirtamos en ellos, mejor frenada tendremos. Ahora solo falta decidir el uso que le queremos dar a nuestro coche y escoger por dónde empezar a modificar el sistema. Freshers, seguro que seguís dándole vueltas a la cabeza para ver como metéis las dichosas pinzas de 16 pistones…
Ale Martinez bit late though