Los coches clásicos pertenecen a una selecta sección de automóviles a la que se le tiene mucho aprecio y estos, tienen un gran valor sentimental. Actualmente hay personas que prefieren cualquier automóvil de bajo valor, recién salido de cualquier factoría a un coche de antaño. El placer de conducir uno vehículo de éstas características es inigualable. No son coches que te exijan unos milímetros más de gas después de cada vértice de las curvas que superas, son coches que te exigen tiempo dentro de ellos, y que cuantos más kilómetros vas completando más feliz te sientes. El campeonato RallyClassics Series hace que el espectador pueda disfrutar de estas máquinas, viéndolas dentro de un circuito y rememorando algunos momentos del pasado. ¿Te apuntas a ver lo que pasó?
La última ronda del RallyClassics Series en Montmeló, fue un éxito
Esa sensación de caminar por el paddock y escuchar arrancar al unísono éstos motores que tienen más de 30 años, la mayoría de grandes cilindradas, es una sensación casi orgásmica para los oídos de alguien que le gusta este mundo y en especial este tipo de vehículos. Parar al lado, mirarlos, y ver piezas que ya no existen en la automoción como los carburadores dobles, la mayoría con trompetas y ese sonido metálico del ralentí de estos motores con alta compresión.
Otros sin embargo presumen de tener grandes cilindradas y estar turboalimentados, como es el caso del Porsche 962 original que pudimos ver en el paddock. Una obra de ingeniería del más alto nivel para su época. Con un motor de 6 cilindros bóxer y dos turbos era capaz de rendir más de 680cv. Lo podéis ver en vídeo a continuación:
A su lado había un Porsche 910, también conocido como 906/10. Los dos originales y de los pocos fabricados. Éste último con un propulsor de 6 cilindros opuestos y 2.0L era capaz de desarrollar ya 200cv, lo que equivale a 100cv por litro. Cifra nada despreciable para estar hablando del año 1966.
Dentro del paddock, no había distinciones en cuanto al lugar de procedencia de los vehículos. Pudimos ver Datsun 240Z, varios modelos de TVR como el Vixen o el más reciente S2 e incluso un precioso Ferrari 308 GTB en un color blanco que le sentaba de miedo, igual que las llantas de Lancia Stratos sobre las que rodaba.
En pista las pasadas fueron divertidas. Es muy entretenido ver coches anteriores a tu nacimiento correr con tanta soltura como lo hicieron. Recordamos que esta competición es de regularidad, es decir, no gana quien mejor tiempo marque. Algunos como el Datsun 240Z tenían problemas para mantener el agarre del vehículo en algunos puntos determinados, otros como los tres Alfa Giulietta que corrían decorados cada uno con un color de la bandera de Italia, perdían tracción a causa del tarado del diferencial trasero y de los amortiguadores. Siempre pasaban las curvas más cerradas a fondo y con la rueda interior patinando. ¡Todo un espectáculo!
Pese a ser carreras de regularidad, la sensación de ver pasar estos coches clásicos por el trazado GP del Circuito de Barcelona-Catalunya era inigualable. Ese sonido, ese olor característico que no sabría bien como describir. Eso solo lo apreciamos quienes sentimos pasión por lo clásico o directamente por el mundo del automóvil.
Algo que se hacía muy raro era no ver al Porsche 962 arrancar las pegatinas de los demás participantes. Aunque si que es cierto que se notaba el mejor ritmo por supuesto. La acción que dio en pista con esas llamas escapando por su lateral hicieron a más de uno feliz viéndolo desde las gradas.
Al final pasó lo que nadie quería que pasara, el Alfa de color Verde quedó cruzado en mitad de pista y un Lotus Super Seven le embistió llevándose la peor parte. Posteriormente el piloto francés del Lotus se bajó y le reprochó de muy malas maneras al piloto del coche italiano su comportamiento en pista.
A pesar de este incidente fue una última ronda del RallyClassics series preciosa, en la que los detalles que se podían captar en el Circuit eran interminables.
Un evento gratuito en el que no se tenía que pagar entrada y en el que todos pudieron disfrutar, desde los más pequeños hasta los más “mayorcitos”, grupo en el que me incluyo ya que tras acabar todas las mangas de carrera, me dirigí al puesto de maquetas para gastar un poco de dinero en un hobby que me fascina.
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