Se trata de una prueba de regularidad. Todos los pilotos entran en pista a la vez, y escogen su tiempo de referencia, en función de las posibilidades de su coche.
Su objetivo es mantener la constancia a lo largo de la manga.
¡Clavar el mismo tiempo vuelta tras vuelta no es tarea facil!
La gracia está en que cualquier sistema de medición de tiempo está prohibido dentro del coche. Los pilotos sólo pueden guiarse de su instinto, y sus compañeros con la pizarra de tiempos en el pit-lane.
Así pues, las Classic Series son un buen ejemplo de fair play.
Sólo hay algún pique sano entre coches que ruedan en tiempos similares, pero por lo general se trata de una jornada para sacar los abuelos a pasear y volverse a casa sin ningún rasguño.
Este ambiente se podía palpar también en el paddock, los Beatles sonaban en los altavoces y los pilotos mostraban sus máquinas al público asistente.
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